miércoles, 17 de septiembre de 2008

Marcha por la Noche de los Lápices

Que no se venga la Noche (Página 12, 17 de septiembre de 2008)

Se realizó una nutrida marcha de estudiantes a la Plaza de Mayo, para no olvidar La Noche de los Lápices, a 32 años de ocurrida. La marcha enarboló los reclamos por las becas estudiantiles que el gobierno porteño redujo al 50 por ciento.

Por Emilio Ruchansky

Para los alumnos del Polimodal 9 de Lanús la historia argentina llega hasta el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía, en 1966. “Si sabemos lo que pasó después, es por mérito propio”, reconoce Emilce Gorrea Louzao, flamante presidenta del centro de estudiantes de ese colegio que aprobó el estatuto ayer, a 32 años de La Noche de los Lápices. Su reclamo puntual, y el de los estudiantes que marcharon a Plaza de Mayo, es el boleto universitario y el pago de todas las becas “en tiempo y forma”. Su ambición, como la de aquellos estudiantes platenses secuestrados y desaparecidos, es que “la educación pública sea gratuita”. Emilce nunca podrá ir a la facultad si tiene que pagar cuatro boletos de 1,20 para llegar.

Parados sobre la Plaza del Congreso, punto de encuentro de la marcha, los estudiantes de Lanús aclaran que vinieron a apoyar a colegas porteños que ya vienen trenzándose con el gobierno desde el verano, debido a las pésimas condiciones edilicias de los colegios. Sin embargo, aclaran que en Capital todavía hay ciertos privilegios, como tener inodoros en el baño, por ejemplo. “Nosotros tenemos letrinas”, dice Jonathan Romero (el vice de Emilce). El colegio está emplazado en la que fuera la fábrica de frazadas Campomar y abundan las chicas embarazadas que tienen que lidiar con las letrinas porque tienen prohibido usar el baño de los maestros, que por supuesto tiene inodoro, jabón, toalla y papel.

“En los ’70, los estudiantes también luchaban por la democratización de los colegios, por un proyecto nacional”, recita Guido De la Reta, de la Unión de Estudiantes Secundarios, parado sobre la esquina de la histórica confitería El Molino, cerca de los militantes de izquierda y los universitarios que engrosaron la marcha. “Yo estuve en todas las negociaciones con el macrismo –asegura De la Reta– y siempre nos dicen lo mismo: que las tomas y los cortes de calles son ilegales. No nos escuchan, no negocian, no nos hacen propuestas. Los estudiantes desaparecidos luchaban por la representación estudiantil, eso es lo que nos niega el gobierno de (Mauricio) Macri.”

El conflicto, según los delegados estudiantiles, tiene su lado positivo. Logró unir a más de 30 colegios de la ciudad y a otros tantos de la provincia de Buenos Aires. Rocío Gallegos, otra joven experimentada en esta lucha, cuenta que su colegio (el Mariano Acosta) fue el primero de la larga lista de edificios tomados por los alumnos. “A nosotros se nos cayó el techo el 3 de junio –día de las elecciones porteñas– y por suerte no había nadie porque el colegio no estaba habilitado para votar, pero sí para dar clases”, recuerda. Este año, denuncia, sólo llegaron 48 de las 200 becas. “Y no es que pedimos más –detalla–, era la misma cantidad que se viene pidiendo desde hace cuatro años. Encima, las pocas becas que pagaron las pagaron recién ahora que están por terminar las clases.”

Envueltos en los últimos fríos del invierno, los manifestantes marcharon tres horas después de la concentración. Emilce camina convencida de la importancia de sumarse. “No se enganchó nadie”, admite la presidenta que sólo fue acompañada de su vice y sus dos secretarias. “De alguna forma hay que empezar.”